Somos Santiago (arquitecto) y Agustín (ingeniero agrónomo). Nacimos en el seno de una familia que nos inculcó la libertad como el camino más auténtico hacia la verdadera felicidad.
Nacimos y crecimos en Tupungato, somos la cuarta generación que eligió vivir en el Valle de Uco. Entre viñedos y otras plantaciones nuestro padre nos transmitió la importancia del trabajo de la tierra, inculcándonos una pasión por la agricultura que corre por nuestras venas.
En el año 2017, asumimos la dirección de las fincas y la bodega, decididos a trazar nuestro propio camino. Cada uno desde su campo profesional, fusionamos ciencia y arte, inspirándonos en nuestra historia familiar. Hoy nos encontramos en una etapa de exploración, búsqueda y comprensión de la expresión en todos los matices de nuestro pueblo, Tupungato. Estamos redescubriendo nuestro hogar a través de la tierra que pisamos.
“Flor Silvestre” toma el nombre de las flores que comenzaron a brotar de la tierra cuando empezamos a trabajar de forma orgánica nuestros viñedos.
Como un proyecto que respeta el dualismo de ser parte de una historia familiar, de viñedos antiguos, sumado a la libertad como motor de las emociones. A esto lo llamamos impulso vital, y es el que nos empuja a llevar adelante este proyecto.
A flor de piel se viven las emociones que quedan guardadas en nuestro vinos. Las pieles nos aportan las pasiones, alegrías y la calma que esperan en las botellas para ser descubiertas.
La libertad es la oportunidad de ser diferente, de elegir qué camino transitar, de volar alto, aunque la lluvia sea inminente. Por la libertad se puede y debe aventurar la vida.
Se llama calma cuando se aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se desvanece para abrir corazón y alma entregándose enteros a quien quiera recibir y dar.
“La transferencia es el momento en el que los conocimientos pierden el trazo del tiempo y se vuelven infinitos. Somos lo que nos enseñaron y la experiencia sigue viva en nuestros viñedos. Cuarta generación en Valle de Uco e incontables generaciones trabajando con viñedos desde Italia”
El cuadro que da color a las etiquetas de esta línea está pintado con vino; y será el vino el que marque el paso del tiempo y nos acompañe en este recorrido. Creemos que cuando el sol atraviesa las hojas de los árboles es cuando gráficamente el tiempo se hace presente, esto sirvió de inspiración directa para hacer que en un juego de luces y sombras se produzca esta obra.
Malbec con visión de lugar. Tupungato, el paisaje se comunica con delicada intervención del tiempo en barrica. Nada es más importante que el viñedo, cuidarlo y buscar su mejor expresión es nuestro deber.
“Los viñedos viejos se manifiestan en esta botella. Un Chardonnay que captura la mineralidad de Tupungato y la robustez de La Arboleda. La fusión del concreto y la madera revela la esencia de este lugar”.
En 1950, un inmigrante italiano llegó en busca de trabajo a los viñedos de la Familia Zingaretti, en Tupungato. El visitante llevaba consigo estacas de un Sangiovese que había podado en su viñedo en Italia. Cuando brotaron estas uvas, Don Santiago Zingaretti decidió co-fermentarlas con el Malbec de la familia, creando- sin saberlo- una joya codiciada por la industria vitivinícola. Hoy en día, ese mínimo porcentaje de Sangiovese se convirtió en la totalidad del varietal en esta botella.
Levantamos la bandera del Merlot y la llevamos con frescura y aire de montaña a lo más profundo de Agua Amarga. Viñedo de más de 25 años, pasa dos inviernos en barrica de tercer uso en la bodega.
Queremos que la naturaleza sea la que mande, que el terroir sea el verdadero protagonista. No queremos vinos maquillados, sino auténticos, crudos, sin filtros. Creemos en la intervención como una forma de revolución, para hacer que nuestros viñedos sean más agroecológicos, más sustentables, más libres. Retomamos las prácticas de nuestros Nonnos (abuelos), porque sabemos que la tradición es la verdadera innovación, la que nos conecta con la tierra y con nuestro pasado. Colores es nuestro laboratorio de alquimia, nuestro espacio de experimentación. Es naturaleza viva.
¡Coloooooo-orange! Pieles que conviven por 6 meses en huevos de concreto. Acidez, expresión y montaña en una botella.
Pinot crudo y filoso. Expresión del río que rodea la finca. Tupungato, ¡auténtico!. Vino de huevo de concreto.
¡Explosión de color! Rose silvestre y eléctrico nacido de huevo de concreto entre flores.
Inspirados por la sabiduría y la experiencia de nuestros nonnos (abuelos), Mario Balestra y Enrique Zingaretti, quienes nos orientaron en nuestra relación con los viñedos, decidimos seguir sus huellas y emprender nuestra propia aventura en el mundo de la agricultura.
El legado de nuestro padre, Sergio Balestra, quien nos inculcó un amor profundo por la tierra y el trabajo agrícola, sigue vivo en nosotros y nos impulsa a continuar escribiendo la historia de nuestra familia. La fortaleza de nuestra madre Fabiana y nuestra hermana Valentina son pilares fundamentales, quienes nos guían en los valores familiares que se intensifican en el viñedo. Cada domingo, la mesa se llena de alegría con la viva tradición italiana que nuestra nonna (Fiorella) mantiene, recordándonos la historia de la familia tal como era en Italia y luego aquí, en compañía de toda la familia.
Movidos por el deseo de perpetuar nuestra tradición y siempre actuando con libertad, decidimos aportar nuestro toque personal, fusionando arte y ciencia para interpretar nuestro entorno. Hoy, logramos encapsular en cada botella una visión única y subjetiva de aquellos viñedos con los que crecimos.
Dos familias provenientes de Le Marche, Italia, se establecieron en Tupungato y, al igual que todos los inmigrantes de la época, iniciaron su labor en los viñedos.
A comienzos del siglo XX, la familia Zingaretti llegó al Valle de Uco. Junto a otras pocas familias, se convirtieron en los pioneros de la viticultura en de Tupungato.
Cerca de 1914, importaron de Francia las estacas que utilizaron para dar forma a sus propios viñedos.
Décadas después, en 1950, desembarcó la familia Balestra. Poco a poco, mediante esfuerzo y trabajo incansable, lograron adquirir pequeñas parcelas de tierra, lo que les permitió comenzar a plantar viñedos y otros cultivos.
Hoy en día, el legado de estas dos familias de agricultores perdura con más vigor que nunca, y la antigua bodega reabre sus puertas para recibir la uva durante la temporada de vendimia.
Mi nonno solía decir: “La vigna parla”, y es con esa filosofía que comprendemos nuestros viñedos.
Para nosotros, la importancia de trabajar y el honor de acompañar el crecimiento de la vid a lo largo del año, siempre en busca de la armonía y el equilibrio, es el arte de ser viticultor, o agricultor en un sentido más amplio.
Nuestras fincas son el legado de nuestros nonnos inmigrantes, quienes con esmero y dedicación cuidaban y valoraban cada rincón de la tierra que podían cultivar. La vid, una planta de noble carácter, prospera en casi cualquier terreno, y es en estos suelos más ásperos donde las concentraciones se intensifican y las calidades se superan. Esta noble planta se aferra a las zonas más pedregosas y los suelos más pobres. Lo más desafiante siempre queda en manos del más fuerte.
LA FEDE | 1022 msnm
LA MELLIZA | 1059 msnm
AGUA AMARGA | 1054 msnm
FLOR SILVESTRE | 1115 msnm
LA MARÍA | 1053 msnm
LA CASUAL | 1123 msnm
Nuestro objetivo es darle forma líquida a nuestro territorio. Vemos al vino como un elemento que une el paisaje con la gente. Buscamos mantener nuestras raíces y fusionarnos con nuestro entorno.
Somos parte de un territorio montañoso: el sol y el frío son nuestros mayores tesoros.
Hecho por Estudio Argo